jueves, 28 de abril de 2011

Carta a Caperucita

Mí querida Caperucita:

Antes que nada te escribo esta para recordarte que te quiero, ya sabes Cape que eres el amor de mi vida, la luz de mis ojos y el aire bajo mis alas... ¿Y como podría ser de otra forma si eres tú la chica más bella del bosque?

Acabo de leer una horrible historia en un tabloide en donde un trió de cerditas (Liza, Luza y Lara) dice que todos tus atributos son falsos.

¡Así como lo escuchas mi cielo!, esas tres puercas andan diciendo que tus cabellos largos y rubios son en realidad extensiones (y que además lo saben de buena fuente porque la dueña Rapunzel´s Salón se los ha confirmado) que tus hermosas lolas fueron hechas a medida por un oscuro cirujano llamado Dr. Jekyll cuando hiciste aquel viaje a Londres el verano pasado.

También leí que tú hermosa capa roja que no es capa sino casa y que el tono rojo se lo da un extraño foco que te ha dado por colocar en la puerta.

En fin amor mío, no sé cuantos desatinos he leído esta mañana mientras bebía mi café de achicoria.

No puedo decir que esas afirmaciones me sorprendan, la envidia siempre despierta críticas y mentiras.

No te preocupes hermosa niña yo sé (me consta y tu recuerdas porque) que tus largos cabellos son solo tuyos al igual que esas hermosas lolas…aunque… en fin supongo que su excesiva firmeza se debe a tu juventud y no a la silicona.

Me preocupa más el asunto de la luz roja pero supongo que debe ser alguna clase de malentendido.

Te digo esto porque imagino que también tú podrás toparte con el mismo tabloide y leer cosas igual de falsas sobre mí.

Por eso antes de que puedas leer que he estado en la Riviera con Blanca (ya sabes esa de apellido Nieves) déjame decirte que esa chica es alérgica al sol y de ninguna manera pudo haber estado en la piscina asoleándose desnuda y menos conmigo. Tampoco era yo quien hizo un escándalo en el bar de un hotel con esa otra chica…no recuerdo bien el nombre pero creo que se llama Aurora o algo así (sin apellidos) Esa información es más que imposible de creer porque esa pobre niña padece narcolepsia…

En fin, tras haber aclarado estas noticias me despido reiterándote mi amor eterno


Feroz y tuyo para siempre: Lobo…



martes, 26 de abril de 2011

Ángel Capitulo 4

Sentada en el salón Franklin de la biblioteca me sentía como un guerrero a punto de entrar en combate. Frente a mí y alienados pulcramente había colocado todas mis armas es decir bolígrafos en los tres colores reglamentarios, negro, rojo y azul, lápices de dos tipos de punto, borradores, una libreta, los apuntes y el libro de texto reglamentario.

Cada dos por tres miraba al enorme reloj colocado sobre el dintel que marcaba uno a uno los minutos que faltaban para las tres.

Me parecía que el tiempo se había vuelto elástico y se estiraba hasta que casi creí que en realidad no avanzaba y las palabras de Lisa me daban vueltas en la cabeza:

Vamos ángel no seas tonta, es el momento de aprovechar y meterle mano a ese muñeco…

No…decidí, eso no pasaría, le daría su hora de tutoría y nada más. Ya me había olvidado de él.

El recuerdo de sus labios sobre los míos me hizo respingar. ¿A quién trataba de engañar? No había dejado de pensar en él desde… Que me besó acepté derrotada.

Suspiré y miré una vez más el reloj

De las tres menos quince a las tres menos diez, juró que pensé que había transcurrido media hora en lugar de cinco minutos.

Cada ruido me sobresaltaba y eso que estaba en la biblioteca.

No sabía si desear que Kyle llegara o no a la cita.

Una parte de mí, la emocional deseaba verlo, tenía que reconocer que aunque me hiciera a la indiferente, ese chico me movía por dentro y eso me llevaba a la segunda parte, la racional que pensaba que estar junto a él era como tentar al destino, pero sin importar lo que pensara estaba atrapada, tenía que cumplir con las condiciones de mi beca.

Cuando por fin dieron las tres miré hacia la entrada expectante, pero nada ocurri: Kyle no entró por la puerta con ese aire de chico malo que me erizaba la piel, no se abrió el cielo y entró un rayo de sol, ni hubo fanfarrias ni nada.

La aguja del reloj avanzó se movió y el mundo recupero su ritmo.

Exasperada por mi propia reacción resoplé haciendo volar el mechón rebelde de cabello que siempre me caía sobre el rostro.

—Cinco minutos de gracia — murmuré para mí — cinco minutos y me marcho.

—Que bien entonces que llegué a tiempo Ángel— la voz ronca y burlona de Kyle casi me hicieron saltar en mi asiento y terminé arrojando al piso bolígrafos y libreta.

No tenía la menor idea de donde había salido pero estaba bastante segura que él no había usado la puerta.

A unos metros la bibliotecaria me lanzó una mirada de advertencia antes de llevarse un dedo a la boca en un gesto de silencio.

Rápidamente me incliné a recoger mis cosas, al mismo tiempo que él se inclinaba a mi lado — caramba Ángel — dijo tomando los bolígrafos antes de que yo pudiera meter la mano — deberías tener más cuidado.

—Ya cállate — siseé — deberías dejar de andar de puntillas y entrar por la puerta como los demás.

Él rió maligno —¿y perderme la oportunidad de sorprenderte?

—Dios no lo quiera — rebatí mordaz

—¿de dónde sacas que no entré por la puerta? — preguntó colocando las cosas en mis manos, al hacerlo se acercó tanto que pude verme reflejada en el azul de sus ojos y aspirar una bocanada de su aroma.

Kyle puso las cosas en mis manos y me guiñó el ojo rompiendo el encanto.

—¿y bien Ángel que tenemos para hoy? Preguntó dejándose caer sobre su silla, irreverente se estiró hasta que casi bloqueó el pasillo con las piernas.

—¿quieres meterme otra vez en problemas? — susurré en voz baja.

Kyle me miró y se alzo de hombros. —De cualquier manera los problemas parecen seguirme — dijo.

La nota de exasperada resignación que había en su voz contrastaba como su actitud relajada.

—Pero no a mi —lo corregí.

—Cierto — concordó con una sonrisa torcida — tu eres una chica buena.

Me dieron ganas de gruñirle pero estaba en la biblioteca y estaba segura que a Mary la bibliotecaria no le agradaría.

No era una chica buena, era una chica, punto, con sueños e ideas, lo último que deseaba era… ya ni sabía que quería.

Decidí darle la vuelta.

—¿Te parece si evitamos la esgrima verbal y hacemos lo que se supone deberíamos hace? —señale los apuntes.

Kyle no miraba los papeles, en vez, tenía los ojos fijos en mis labios. Su sonrisa se amplió convirtiendo mis rodillas en gelatina —Genial — dijo con un tono que sugería que la tutoría era lo último en su mente.

Wooow… un millón de mariposas revolotearon en mi estomago, la piel me cosquilleo y sentí que la cara me ardía. Yo tampoco estaba pensando en la hora de repaso, sino en aquel beso que me había robado.

—Sí, bien —me aclaré la garganta, mientras buscaba sin ver algo que pudiera sujetar en mis manos como un salvavidas.

Kyle cabeceó divertido — Es fácil ponerte nerviosa Ángel.

—Y sería lindo de tu parte que no lo hicieras. — venciendo el efecto que él siempre tenía en mi lo miré a los ojos intentando parece dura y fracasando miserablemente..

Los ojos se Kyle perdieron parte de su diversión—Ni siquiera lo intento Ángel.

Tenía razón, parte de la irritación que sentía hacia él se debía a la forma en la que me hacía sentir: alocada, emocionada, expectante…en pocas palabras una adolecentemente común.

—No, —le concedí —pero lo disfrutas.

Una de sus grandes manos se deslizó por la mesa hasta que nuestros dedos casi se tocaron. —No realmente — dijo poniéndose repentinamente serio —Lo disfrutaría si tú fueras un juego para mí, pero no lo eres Ángel

Había algo en su voz que decía más que cualquier palabra, algo que me hacía desear creerle con todas mis fuerzas.

— No hagas eso — le dije cerrando los ojos para no ver su expresión anhelante— por favor.

—¿Hacer que Ángel? — preguntó y hubiera jurado que su voz sonaba más ronca.

—Fingir que de verdad te gusto.— respondí sintiéndome tonta por siquiera considerar esa posibilidad.

—No finjo — dijo rozando levemente las puntas de sus dedos con los míos, tan delicadamente que apenas podía llamarse caricia pero que me hizo olvidar en donde estábamos— me gustas.

—Kyle… —su nombre se deslizó por mis labios dejando un sabor agridulce.

—Mírame Ángel — murmuró suavemente.

No lo hagas Ángel, no abras los ojos… murmuró una voz en mi cabeza, pero la seductora persuasión en las palabras de Kyle casi me forzaban a hacerlo.

—Me gustas Ángel— repitió suavemente. —y sé que yo te gusto a ti, el asunto es a donde vamos desde ahí.

Después de tan lapidaria afirmación debía haber protestado, pero no lo hice, no tenía caso hacerlo. Ambos sabíamos que si lo negaba mentiría.

—Ok —acepté —me gustas Kyle.

La sonrisa en su rostro era capaz de derretir un tempano y de volver mi cerebro mantequilla, aun así no me dejé llevar

—Me gustas — retiré la mano para romper el contacto entre nosotros — pero no va a pasar nada entre nosotros. — dije mientras abría la libreta y buscaba el tema que repasaríamos, determinada a no caer en tentación.