Capitulo 3
—Supongo que lo merezco
—Supones bien — le respondí mientras me levantaba trabajosamente.
Él sacudió la cabeza antes de poner de pie de un salto. Su agilidad me sorprendió pero me alcé de hombros mentalmente. Me negaba a encontrar algo más que admirar en él.
Nos quedamos un momento bajo la lluvia que no parecía querer amainar. Todo era tan ridículo que de alguno modo mi furia se calmó un poco
Sólo un poco me dije y baje la guardia.
Él pareció notarlo porque me regaló una pequeña sonrisa tan natural que sin pretenderlo me encontré correspondiéndole.
—sólo quería disculparme por el examen.
—ya… —respondí incrédula.
—no fue mi intención.
Asentí –te creo.
—¿de verdad?
Lo pensé… —si, de verdad.
Kyle se inclinó para recoger la mochila del suelo y aproveché para echar una mirada a su trasero.
Uhhh… el chico se las trae…
—mierda—dije cuando me la entregó –estoy segura que todo quedo inservible.
—¿otra cosa por que disculparme?
Le lancé una mirada de advertencia.
Kyle levantó las manos.
—puedo ayudarte a recuperarlo – dijo
—a menos que tengas los apuntes de la Señorita Lee no veo como.
Kyle hizo una mueca.
—¿los tienes?
Él cabeceo.—todos, —puntualizó se supone que no debo compartirlos con nadie pero ya tu eres mi tutora…
No pude evitar lanzarme para abrazarlo.
—dios, me has salvado la vida – dije antes de notar que me sujetaba a su cuello como una lapa.
—Lo siento – me disculpé apartándome de inmediato – me dejé llevar.
—Y no—dijo sin quitarme los ojos de encima
La cabeza me dio vueltas, mientras la expresión de regocijo de Kyle se transformaba en otra cosa, algo que tenía que ver con la avidez, el deseo y todas esas cosas que yo sólo conocía de nombre.
—Eh… yo…—debía decir algo inteligente que me salvara de hacer el ridículo pero solo podía ver mi reflejo en sus ojos azules y pensaba en cuanto me gustaría besarlo.
—Eres bella Ángel, — dijo extendiendo la mano hacia mí.
Mi corazón se lanzó a una desenfrenada carrera, mi cerebro se convirtió en papilla mientras ardía. Ofuscada abrí la boca incitándolo a besarme, sin darme cuenta de que lo hacía, hasta que lo vi tragar en seco..
—Más que bella — sus dedos ásperos recorrían delicadamente el contorno de mi rostro despejándolo —eres irresistible.
Soy bella pensé mirando fascinada sus pupilas azules fijas en mis labios.
Reacciona ángel, no puedes dejar que te lave el cerebro…
—No lo soy.— intenté rebatir — soy más que común.
Su sonrisa se volvió diferente, más osada, más…
Ahhh….Ni siquiera podía pensar en una palabra para describir lo que sentí en ese ínstate pero era intenso, caliente, salvaje, peligroso y se metía bajo mi piel como si fuera fuego la sangre, cosquilleándome en los pechos antes de llenar de color mis mejillas.
—No hay forma de que seas común Ángel— murmuró Kyle con voz ronca, sus dedos, grandes y fríos por la lluvia delinearon mis pómulos y siguieron.
Sus labios se movían formando las palabras, y yo, con la cabeza levantada para poder mirarlo, observaba fascinada, tentada a creer.
Tentada…
La imagen de Trish, la diva de la escuela me cayó encima helándome más que la lluvia. Yo no era como ella, ni alta, delgada y rubia, tampoco tenía grandes lolas.
Tenía que aceptar la realidad: yo era, y parecía, un ratón de biblioteca. Inteligente, astuto y hábil, también gris y pequeño.
—Ok, ya basta —lo reprendí con frialdad. —no sé qué crees que haces o a que juegas pero conmigo no vas a hacerlo.
Kyle ladeo el rostro como si no comprendiera. —No estoy jugando — dijo suavemente.
La lluvia escampó sólo para que yo pudiera ver gotas de lluvia brillando en las pestañas de Kyle. Di un paso atrás para alejarme. Era más fácil recordar que lo odiaba cuando no me estaba tocando.
—Creo que si —murmuré haciéndome cargo de mi cabello en un intento de encontrar en que ocupar las manos.
Kyle me miró y se me aflojaron las rodillas. Nadie tenía derecho a verse tan bien mojado estando como un perro vagabundo.
Admítelo Ángel, el tipo esta bueno, punto… musitó una pequeña y perversa voz.
Sacudí la cabeza para alejar esos pensamientos indeseados. No caería en su juego, no sucumbiría, me lo había prometido.
—Escucha Ángel — Kyle se pasó la mano por la frente despejándose el rostro.
—No, escucha tu, estoy más que segura que no me consideras igual a ti, no importa lo que diga la escuela, sé cómo me miran los chicos como tú, cómo me tratan. Imagino lo que quieres pero no lo vas a conseguir.
—¿lo cual es?
Mierda…¿en verdad me retaba a decirlo? Pues que se jodiera si creía que no sería capaz.
—Anotar — dije obligándome a sostenerle la mirada y sintiendo vergüenza de mi misma — así que olvídalo, de una vez te digo que no vas a conseguirlo, no voy a ser una más en tu lista así que podemos prescindir de cortesías falsas.
Hubo un cambio en su expresión, se volvió fría y dura como la ciudad bajo la lluvia.
—¿Quién dijo que eran falsas? —preguntó sin levantar la voz
—¿De verdad crees que voy a tragarme que te sientas atraído por mí? ¿De la nada?— seguí respondiendo con otra pregunta. —dame algo de crédito Kyle, no nací ayer, y no sé qué estés tramando, si es cosa tuya o de los chicos de Windsor, me interesa un comino si es una apuesta o una novatada, no voy a servirte como felpudo para que escales posicione y desde luego…
Sus manos grandes y tibias rodearon mi cintura haciéndome sentir pequeña, mucho más cuando me levantó del suelo sin esfuerzo y me besó como nunca antes.
Ni suave, ni tierno, no fue un beso de película sino uno real, muy real.
Sus labios me tocaron, redujeron toda resistencia avasallándome, exigiendo y finalmente me transformaron en una descerebrada, una tonta que enredó las manos en el cuello de Kyle y se pegó a su pecho para devolver el beso con el mismo fervor. Podía sentir nuestros labios deslizarse uno a uno, las pequeñas mordidas para incitarnos a hacer mas, a dar más.
Más…
Todo acabo demasiado pronto y muy más tarde.
Yo no era la misma y por su mirada supe que él tampoco
—Nadie me ha llamado falso— dijo soltándose de mis brazos y dando un paso atrás —mucho menos cortés.
Le creí.
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