Completamente inmóvil sobre la rama de un gran árbol de caoba el jaguar aguardaba. Su piel manchada se confundía con el follaje, volviéndolo invisible lo que hacía de él un depredador perfectamente adaptado a un mundo en donde todo se resumía a un hecho básico: comer o convertirse en comida.
Aunque hostil el jaguar era un habitante más de la selva, excepto que no había nada de usual, ni de común en aquel jaguar en particular.
Hazlo y te mato…
Si quieres seguir leyendo ya sabes donde...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, deja algun mensaje,