Ilana
Siempre pensé que existía un instante perfecto. Uno que ocurre cuando
las cosas encajan perfectamente unas con otras y la vida entera cobra sentido.
Para mí esa ocurrió cuando escuché las palabras de amor de Damien.
—¡Si! – grité loca de alegría repitiendo la misma pequeña y simple
palabra amando su sonido. Caímos de la cama
entre risas y besos locos, tan felices que ni siquiera notamos la frialdad del
suelo, todo en lo que podía pensar era en tenerlo dentro.
Mi cuerpo era una hoguera y la felicidad que él me daba añadía leña a mi
fuego. Me colgué de sus hombros, pegué mis pechos al suyo y sentí a su dura
masculinidad despertar ante mi contacto.
-¿Sabes cuánto te deseo? – pregunté disfrutando del tacto áspero de su
mandíbula al mordisquearla.
Damien rió y me rodeo con sus brazos dejando que mis labios vagaran por
su rosto, su cuello y…
—Espera— se puso repentinamente serio— ¿entiendes lo que estoy pidiendo?—
Sus manos me acariciaron los hombros antes de sepárame renuentemente para poder
cuestionarme con los ojos.
Le devolví la mirada, súbitamente consciente de la seriedad de su
pregunta. —si—hubo una chispa de duda en su expresión, así que seguí, — me
transformaras en lo que eres: un vampiro.
—¿Sabes lo que implica?
Asentí sonriendo.
—¿No te importa alimentarte de sangre?
Medité la pregunta un instante antes de responder — No, no me importa.
Vi el amor relampaguear en su mirada y una enorme sonrisa apareció en mis
labios, le tomé la mano y me la llevé a los labios murmurando mi propia promesa
de amor Te amo Damien, tal como eres y con gusto pagaría cualquier precio, —besé
su mano — haría cualquier cosa, por estar contigo, por vivir junto a ti, por
verte despertar cada noche por el resto de mi vida porque según lo veo, todo es
muy simple: nací para ti.
Damien no dijo nada, creo que no podía encontrar palabras porque la
emoción nos ahogaba, sino que sujetó mi rostro con las manos como si fuera la
cosa más preciada del mundo.
Su besó fue la caricia más dulce que alguna vez hubiera recibido, sin
embargo la fuerza de su virilidad al penetrarme no tenía nada de tierna ni
delicada. Su masculinidad forzó su paso por mi ya lubricado canal. La fuerza de
su empuje dolió un segundo debido a su vehemencia, pero estaba preparada para
él, mojada debido a una mezcla de mis jugos y su semilla.
—Te amo— murmuró con ternura que contrastaba con sus feroces movimientos. Me corrí explosiva e
inesperadamente, no sé si la razón fueron sus palabras o que simplemente porque
se movía dentro de mí. No tenía importancia y menos cuando los fuegos
artificiales estallaron en mi mente al mismo tiempo que Damien rugía en medio
de su propio orgasmo, con los duros tendones de su cuello sobresaliendo a causa
de la tensión y la piel cubierta de sudor.
Nunca antes me sentí mejor que tumbada en el frío suelo con el cuerpo de
Damien comprimiéndome, casi ahogándome con sus besos derramándose sobre mi rosto
murmurando cuanto me amaba.
Ni más sola que cuando lo vi marcharse de mi lado.
Interesante episodio. Como soy algo neófito en estos menesteres vampíricos, no tenía del todo claro que el contagio también podía producirse mediante el contacto carnal.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Martín, que lindo leerte y que bueno que te parece interesante, es mi novela más antigua y si, tienes razón, el vampiro de está historia es más un amante que un guerrero. Un beso amigo.
ResponderEliminarfelicitaciones me encanta... esta novela tuya.. espero q publiques mas capitulos..
ResponderEliminarMe alegra que te gusté, ha estado a la venta en la Editora Digital durante casi tres años con mucho éxito, y si, he pensado subirla toda de a poco.
ResponderEliminarUn beso