Hola a todos, chicos y chicas que pasen por esté blog:
Primero que nada quiero darles las gracias por estar aquí,
conmigo aunque sea de modo virtual.
Quizás nadie sepa lo mucho que aprecio saber que mis
historias e intentos de poesía, no caen en el vacío y que existen almas caritativa
y generosa dedica parte de su valioso tiempo a leerme.
He recibido algunos correos y me encanta saber sus
opiniones, es por eso que esta mañana (para mi) y abusando de su paciencia
quiero contarles que tengo un problema añejo con el nombre provisional de
Jaguares.
Sip…así es, como algunos de ustedes saben, cuando emprendí la
aventura de publicar en línea, lo hice con la Editora Digital ( maravillosas
personas por cierto) y debuté con una novela corta que lleva el título de
Cuento de hadas para Vampiros, lo que no saben es que antes de dicha historia
comencé otra: jaguares.
La historia está ambientada en Costa Rica y se basa en la
leyenda Maya de los héroes gemelos Hunahpu e Ixbalanque. Al principio, me
resulto fácil hacerla, mis dedos se movían solos por las teclas (justo como ahora)
y casi de un tirón escribí 19 capítulos.
Hasta ahí todo bien, la novela creció, la historia a ratos
cruda a ratos erótica, me encantó, sin embargo por alguna razón el primer capítulo
(que después se convirtió en el segundo) nunca terminó de convencerme.
No sé que tiene, no sé si tiene algo raro, si es
comprensible o sólo un ataque de locura de mi parte lo que no me permite
terminar con la novela y publicarla.
Y como ya me cansé de guardarla les dejo un fragmento, si
alguien tuviera a bien decirme que les parece se los agradecería enormemente.
Capitulo
1
El
viento zarandeaba las copas de los arboles creando una danza de luces y sombras
al tiempo que arrastraba la mezcolanza olfativa, santo y seña, de la vida que se
volcaba, ávida y salvaje, cubriendo cada, nicho, cada espacio disponible de la
selva.
Uno
de los últimos guardianes vivos, un enorme ser, que parecía y actuaba como un
jaguar aunque en realidad era un hombre escondido bajo una piel diferente,
inhaló profundamente analizando los componentes y fluctuaciones en busca de aquello
por lo cual había perdido el sueño y el hambre.
Al
encontrarlo, una mueca, parecida a una sonrisa hecha de muerte, curvó sus
felinos labios haciendo relucir los enormes colmillos, tan blancos como
afilados.
Ella
estaba cerca, podía sentirlo. Un aroma absolutamente femenino y diferente,
flotaba entre aquel asalto sensorial, tan notorio como una bandera roja
ondeando en el azul del cielo.
¿Quién lo hubiera dicho?
Aguardando por una hembra como cualquier otro macho. No, no como cualquier
otro macho, se corrigió el ser, sino
como un hombre enamorado de una mujer.
Exasperado
consigo mismo, abatió su inquietud enterrando las grandes garras retractiles en
la corteza de una vieja caoba una y otra vez hasta dejar marcas talladas a
profundidad en la carne roja del árbol.
Comprendía
bien el deseo, después de todo desear era la base de la existencia del depredador.
Se deseaba la cacería por la emoción de seguir a la presa, se desea la comida
para que el cuerpo estuviera fuerte, se deseaba el sexo para mantener el
espíritu en calma, pero no comprendía esa emoción nueva y antes desconocida que
lo hacía sentirse poseído, ansioso, incluso necesitado con sólo pensar en ella.
No
es que desconociera la necesidad, su cuerpo de hombre muchas veces exigía de la
piel suave, el aroma almizclado y la calidez que sólo una mujer podía darle.
Nunca
había sido un problema conseguir una compañera dispuesta a pasársela bien por
una noche, después de todo, la naturaleza había sido generosa con él y sus
hermanos.
Sin
embargo, cuando se trataba de ella, había un trasfondo dulce en esa exigencia
de contacto, que no había estado presente en ninguna de sus relaciones
anteriores.
Rodrigo
no habría vacilado en llamar a esa molesta sensación amor, y lanzarle pullas al
respecto pero…
No… se
corrigió, el amor era una contradicción
a las leyes bajo las cuales había crecido y sobrevivido, no es que no fuera
capaz de amar, en realidad lo hacía y mucho; amaba a su hermano y hermana con
todas sus fuerzas, pero era la connotación romántica de aquel sentimiento lo
que le parecía peligrosamente quimérico.
¿Entonces
porque no podía dejar de pensar en ella? la atracción que tiraba de él era tan
fuerte que incluso bajo la forma de animal su presencia le afectaba como nunca
antes.
Era
cierto que se trataba de una mujer hermosa, pero no más que otras con las que
él había estado, menuda y bajita, apenas si pasaba del metro y medio, aunque
para ser justo debía admitir que tenía una figura perfecta: senos grandes,
cintura minúscula y caderas redondeadas. Su rostro, de rasgos fuertes y
delicados, le confería un aspecto exótico, nariz recta, pómulos altos, labios
carnosos y sensuales enmarcados por un embrollo de rizos oscuros, en perpetuo
estado de rebeldía, que insistían en caer sobre sus grandes ojos negros y confundirse
con sus largas pestañas.
Cualquiera
diría que era idéntica a muchas otras y sin embargo había bastado una sola
vista para hacerlo sentir totalmente atraído por ella.
Sin
embargo no era su físico lo que había cautivado el alma doble del ser, sino
algo más, cierta cualidad esquiva que tenía que ver con la personalidad cálida
y apasionada más que con su aspecto.
Gracias
a su trabajo como guarda parques en la reserva de la vida salvaje del Bosque eterno de los niños en su nativa
Costa Rica, Diego tenía una vida en la que sus capacidades sobrenaturales
estaban en sintonía con su vocación: cuidar de la selva, ser el protector que
necesitaba con urgencia.
Le
había sido muy fácil hacerse del puesto, después de todo, los candidatos
dispuestos a vivir en condiciones extremas, con un horario de trabajo infernal
y una paga de mierda, no abundaban, mucho menos si se trataba de graduados en
alguna de las ramas de la biología, como era su caso.
Es tan sólo un fragmento, pero cualquier opinión es valiosa para mi
Malena
No sé cómo se desarrollará el resto de la novela, pero creo que este fragmento sí atrae la atención del lector. El protagonista se encuentra en un dilema desde el principio del texto. Esto resulta adecuado porque así se plantea el problema sin abusar de introducciones extensas, con lo cual el lector deseará adentrarse en los siguientes capítulos.
ResponderEliminarSaludos.
Muchísimas gracias Martín, exactamente eso quería saber, entrar en explicaciones innecesarias siempre es una tentación para el escritor (ya sabes, a veces divagamos)
ResponderEliminarEvitarlo es todo un reto pero antes había que darse cuenta y gracias a ti lo he hecho.
Besos Malena