A
lo largo del tiempo ha habido periodos en los que me he sentido confundida,
sola, extraña, incluso un poco malvada, supongo que es hasta cierto punto
natural, a todos nos ha pasado, pues sin importar lo perfecta que sea nuestra vida,
los seres humanos tendemos a joder las cosas.
Sin
embargo esos periodos nunca son más violentos o difíciles de sobrellevar que mientras atravesamos los vendavales de la
adolescencia. Es entonces cuando y a pesar de que, en apariencia debamos estar
llenos de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, en realidad
tan sólo somos humanos y de un modo u otro siempre terminamos haciendo y
diciendo cosas de las que nos arrepentimos más tarde.
Algo
así fue lo que ocurrió la primera vez hablé con Alex.
Podría
argumentar, para defenderme, que justo en ese momento, mi pobre humanidad era
presa de mis malvados impulsos hormonales que me obligaban a ser literalmente
una perra del mal.
Pero
no lo haré.
Éste
es mi diario y es aquí donde puedo ser absolutamente honesta, para aceptar que
la regué (como decíamos entonces) y convertí la oportunidad de comenzar de cero,
con un nuevo profesor, en algo parecido a un pequeño cuento de horror.
Mi
única excusa es que la mañana de ese día me levanté con el pie izquierdo o mejor
dicho no llegué a acostarme. Aquella noche la pasé arrellanada sobre un sillón,
mientras mis viejos (como siempre) usaban las horas muertas de la madrugada para
tratar de hacerse más daño.
Aun
ahora, y a pesar de que el paso de los años me despojaron de todo sentimentalismo
inútil, recordar aquel dolor convertido en palabras, todavía consigue
estremecen a la chica que fui.
Un
genio de mil demonios, delineado oscuro en los ojos, rastas en el cabello, botas de trabajo y la actitud de me vale madre
la vida, fue lo que llevaba como escudo para confrontar los resultados del test
de diagnostico.
—Mondragón
— me llamó Alex con voz clara. De inmediato el vientre se me llenó de mariposas,
aunque tuve el cuidado de actuar como si todo me tuviera sin cuidado.
No
sé que debió pensar al verme aunque reconozco que no pareció particularmente impresionado
por mi aspecto, De haber estado en su
lugar no habría vacilado en tacharme, al menos, de problemática por no decir de
loca.
—Mondragón—repitió
en cuanto estuve a su lado.
Si, ese es mi
apellido, pero no lo gastes… pensé
No
se la puse fácil, no estaba de humor para ser condescendiente así que todo lo
que hice fue mirarlo con hastió, hasta que sus manos de dedos largos y
elegantes tomaron con un poco más de fuerza de la que era normal, el legajo de
papeles que yacía sobre el escritorio.
—Tome
asiento — me pidió tras la pausa y con la misma desgana de siempre me dejé caer
en una silla que él mismo había colocado junto a su escritorio.
Tras
un par de segundos de embarazoso silencio, los cuales pasé mirando la rayada
punta de mis botas, Alex carraspeo y dijo —¿problemas?
No
pude evitar reír con amargura. Más de los
que imaginas idiota....
—¿Algo
es gracioso? — preguntó ligeramente exasperado, era claro que no tenía idea de
cómo lidiar conmigo.
Sintiendo
una alegría malvada ladeé la cabeza en un gesto ambiguo.
—A
tu edad no debería haber — dijo e hizo un gesto de cansancio
Si…claro…se nota que
no recuerdas lo que es tener 17… pensé al tiempo que cabeceaba rencorosa.
—Supongo
que está de más preguntar.
No
me sorprendió su aparente interés. De tanto en tanto aparece algún profe que
parece creer que, con un poco de dialogo, las cosas cambian…Ilusos…
Me
encogí de hombros.— ¿Que quiere saber? — murmuré finalmente.
Mi
voz lo sorprendió y hasta conseguí que sonriera.
—Tu
nombre para comenzar.
No
pude evitar la mueca de hastío, era más que obvio que sabía quién era, después
de todo lo había escuchado pronunciar mi apellido.
—Sería
redundar — dije sin ganas de ceder
Su
sonrisa se tornó genuina antes de repetir — Redundar…interesante palabra.
—Significa
repetir…— gruñí enojada — además es sólo una puta palabra.
Debí
haber cerrado la boca, pero no estaba de humor para soportar a otro idiota (por
muy bueno que estuviera) burlándose de mí y de modo de hablar.
El
agraciado rostro de Alex se crispo, sus sensuales labios se convirtieron en una
línea.
—Julia
Mondragón— pronuncio mi nombre y apellido, en lo que me pareció un burdo
intentó de intimidación.
Ahí va…uno más que
enseña el cobre, pensé esperando la llamada de
atención reglamentaria. Una parte de mi
se sentía realmente desilusionada. No sé porqué, pero había esperado algo más de
él, por otro lado era bueno saber que no tenía que idealizarlo. El profe
Petricelli era igual a los demás, tan sólo otro maestro obtuso incapaz de ver
nada más que mi apariencia.
—Lamento
si creíste que me burlaba— su tono se suavizo a pesar de su obvia contrariedad—
nunca fue mi intención, en realidad me resulta estimulante encontrar a alguien con
variedad en el vocabulario.
De
no ser por la costumbre de mantener un rostro neutro creo que habría abierto la
boca. Nunca antes había recibido una disculpa o un halago y mucho menos de un
maestro.
—Desde
luego, conozco tu nombre, número en la lista y hasta el promedio de
calificaciones,— continuó impertérrito — simplemente creí que escucharlo de ti era
una buena forma de romper el hielo.
Tenía
razón, lo sabía.
La
vergüenza coloreo mis mejillas, me sentí torpe y estúpida, una nena malcriada
incapaz de ver nada más allá de sus narices.
A
pura fuerza de voluntad conseguí balbucear una disculpa y me alejé de ahí, más
enojada conmigo de lo que había estado con el mundo.
hola..me encanto tu historia mmm bueno me gustaria leer más me siento(oh bueno me sentía)igual que usted :D
ResponderEliminarDEBERIAS SEGUIR ESCRIBIENDO YA TIENES UNA FANS MÁS EN TU LISTA...au revoir!
hola..me encanto tu historia mmm bueno me gustaria leer más me siento(oh bueno me sentía)igual que usted :D
ResponderEliminarDEBERIAS SEGUIR ESCRIBIENDO YA TIENES UNA FANS MÁS EN TU LISTA...au revoir!
Hola Moon, mil gracias por leerme y me alegra que ya no te sientas así, pero como sabes, casi todos pasamos por algo parecido.
ResponderEliminarUn beso y sigo escribiendo, algunas veces tengo tantas cosas en la mente que me es dificil aferrarme a una sola historia.
Besos Malena.
P.S. Espero que nos sigamos leyendo por aqui