viernes, 4 de mayo de 2012

Lobo (Versión definitiva)


Lobo
Malena Cid
A mis hijos con amor.

Miro al horizonte de la noche con los ojos grises de sueño, el alma expectante pero el corazón roto.
El aullido que desgarra el frío aire y hace eco en la distancia, más allá de donde termina el bosque y las montañas se levantan altas y salvajes, es la voz que siempre clamará por mí y a la que nunca podre volver.
Siento, en el pecho, dolor que no nace de la carne sino de mi alma lobuna, un puño me oprime la garganta y obliga al silencio mientras el coro de los hijos de la noche canta su amor a la luna.
Es ahora, cuando escucho la trama sonora tejida por sus voces, que comprendo la enormidad de mi renuncia. He perdido mi lugar en el mundo, mi posición en el esquema de todas las cosas, mi lugar en la jauría. La muerte hubiera sido preferible al destierro.
Cierro los ojos y las visiones de mi antiguo universo vuelven para atormentarme: la gran luz del cielo convertida en luna, el roce suave de los pelajes, la compañía, el cariño, incluso las peleas, el gris infinito de un mundo sin colores y la libertad que lo vale todo.
Fui un lobo, tan sólo eso y era feliz aun sin saberlo, una criatura perfecta en su compleja simplicidad.
Ahora soy más, mucho más, sin embargo me siento roto. El espíritu del hombre vive en mi, trenzado a mi naturaleza animal, soy dos y no uno, confusión y no orden. Mis nuevos deseos de humano en lucha constante contra mis instintos primarios.
El conocimiento no es siempre útil, pues por primera vez en mi vida saber no sirve de nada. Saber no calienta mi cuerpo desnudo de pelaje, ni me ayudan a mantener el equilibrio precario de dos tambaleantes piernas, que no me llevaran ni tan lejos, ni tan rápido como lo hacían mis cuatro extremidades animales.
Cierto que aun veo con la misma claridad diáfana de mis ojos de lobo, y sin embargo soy ciego sumergido en un colorido cosmos. Mis oídos captan todavía el rumor del aire y al tiempo me siento un sordo que llora la evocación de otros sonidos.
Percibo, con mi nuevo entendimiento humano, que incluso el paraíso más perfecto se torna en infierno cuando nos lo arrebatan y tan sólo quedan los recuerdos para atormentarnos.
Viví una vida dura pero llena de alegría salvaje. Fui rico antes de saber que era la riqueza, pues al poseer garras y colmillos no necesitaba más.  En ese entonces no comprendía, ni conocía simplemente era.
Era fuerte, rápido, sagaz… un lobo con cuatro veranos condensados en un eterno presente.
El viento trae aromas y en mi mente, recién iniciada en las cosas de los hombres, voces nuevas se unen a viejas formas: abeto, lince, oso, pino, tejón, haya, búho, jabalí, frambuesas, moras, musgo, ratón… todas esas palabras, antes desconocidas, ahora forman un todo llamado bosque.
Lobo es ahora un nombre y un rostro humano, extraño y familiar al mismo tiempo. Un rostro que posee otros ángulos, diferentes planos, tonalidades y texturas pero que sin embargo al reflejarse en el espejo del agua me permite descubrir un poco de mi antiguo yo en el brillo dorado de mis ojos.
Y es así, que con mi primera sonrisa humana, celebro el triunfo de mi espíritu animal porque sin importar lo que ocurra después, seré siempre un lobo bajo ésta piel desnuda.

Fin
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