En algún punto durante la
madrugada deseé morir, pero al acercarse el alba comprendo que tal vez no será
así.
He pasado ya la noche, así
que supongo viviré a pesar del dolor que no da tregua.
Desde mi delirante y poco
claro estado mental, el sufrimiento se siente como una serpiente purpura
enroscándose al rededor de mis huesos, deslizándose sobre cada fibra de
musculo, cada porción de piel.
La fiebre que presentí al
comenzar los lentos y complicados canticos del ritual se ha hecho sentir con todo
su fuego en cuanto el eco de las últimas silabas desapareció en el silencio del
cuchitril que habitó, dejándome tumbado y destrozado como un animal al borde de
la carretera.
Creo que me estoy
transformando en algo y la idea de ser como una mariposa emergiendo del sudario
de mi cuerpo pone una irónica pero extremadamente breve sonrisa en mis
agrietados labios.
Quizás así sea…pero por
ahora sólo soy una doliente larva fácilmente aplazable.
La absoluta agonía que me
produce la luz que se asoma por las rendijas de mis ventanas cerradas me obliga
a cerrar los ojos buscando un escape. El brillo quema mis pupilas y hace que
cada fibra de mi ser se oponga al dolor.
No
te resistas… me digo,
mientras astillas de hielo y fuego se clavan en las articulaciones de mis
piernas.
un profundo y primitivo
terror hace que me pregunte si conservaré mi forma, entonces recuerdo que no soy
precisamente un atleta, ni alto, fuerte o bien parecido…
Si tengo que ser objetivo
diría que soy tan sólo un tipo esmirriado y pobre, con un rostro tan común que
se pierde entre la multitud. Un descastado sin familia ni conexiones, nacido
sin otro futuro que una vida de servicio y dolor hasta que la muerte viniera a
buscarme.
No tengo la menor idea de lo
que pasara con mi cuerpo; el conjuro era desconocido por mí, por lo tanto no
puedo saber cuáles serán las consecuencias, sin embargo a despecho de despertar
convertido en una babosa cualquier cambio será bienvenido.
Sin embargo y mientras el
dolor me atormenta comprendo que no debí actuar con tanta arrogancia.
A ciegas busco el Libro que
descansa sobre la destartalada mesilla al lado de la cama y experimento algo
que se parece al consuelo cuando mis dedos se posan en su gastada superficie.
A pesar de su apariencia
vetusta y decrepita puedo sentir el poder que emana de sus versos. Palabras en
una vieja lengua parece susurrar un nombre en mi mente: Nox Codex…el libro de
la noche y como ocurre con todo libro
éste tampoco debe ser juzgado por su portada, especialmente cuando se trata de
un grimorio tan poderoso que fue capaz de engatusarme.
¿Qué querrá de mí?, quizás
nada, quizás todo: un juguete, un sirviente devoto, un vehículo adecuado a su
sabiduría, un canal para su furia.
No lo sé.
Desde el estrecho lecho en
donde yazgo convertido en lastimero y sudoroso fardo, el futuro es tan poco claro
como el resultado final de mis padecimientos.
Así que mientras los anillos
purpuras del dolor constriñen y rearman mi cuerpo comprendo, en un instante de
intensa y aterradora claridad, que tal vez habría sido preferible morir.
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