¿Qué diablos sabes tú del hombre
de negro?
Kyle
hizo la pregunta con una expresión salvaje en el rostro que no auguraba nada
bueno y aunque momentos antes había dado cualquier cosa porque alguien me
creyera, de pronto comencé a sentir que quizás hubiera sido mejor guardar las
cosas para mí.
—¿De
qué hablas? —insistió y su abrazo pasó de caricia a sujeción, pero me tomó un
segundo comprenderlo.
Lo
miré a la cara, cosa nada fácil ya que me encontraba enterrada en la pared de
músculos de su pecho por lo que tuve que girar el cuello en un alguno difícil——¿Qué
ocurre? —conseguí preguntarle.
En
vez de responder él me lanzó otra pregunta — ¿A qué hombre te refieres?, piensa
Ángel, es importante.
Desde
luego que era importante, en eso por lo menos estábamos de acuerdo en algo.
De
algún modo comencé a hablar, le conté todo desde el momento en que nos
separamos hasta que desperté en el hospital confundida y tatuada, en ese punto
Kyle hizo una pausa para examinar la marca. (Yo comenzaba a verla de ese
modo) De reojo vi el ligero temblor de
sus dedos mientras hacía a un lado la tela, descubriendo el extraño dibujo en
mi piel.
No
dijo nada pero las puntas de sus dedos se sentían extrañamente frías y
controladas mientras delineaba la silueta de las alas que cubrían mi hombro,
casi como si quisiera estrujarla y arrancarla de mi piel.
Me
miró a los ojos y entonces lo supe con tanta claridad como lo hubiera escuchado
reconocerlo: conocía el significado del tatuaje.
—¿Qué
sabes de esto Kyle? —inquirí obviando la presión de sus dedos que para ese
instante era realmente dolorosa.
—¿De
qué hombre hablas? —me respondió a su vez con otra pregunta, sentí como me
sujetaba de ambos hombros. Su enorme palma cubrió por completo la marca. El contacto ardió como quemada.
—El
que estaba en mi casa —repetí a pesar de desear que Kyle explicara qué ocurría.
No
lo hizo aunque quizás lo intentó. Vi sus perfectos labios abrirse y cerrarse
sin emitir sonido y sentí mi corazón saltarse un latido.
—¿Qué
ocurre? —pregunté de nuevo y una vez más el combatió mi pregunta con otra:
—¿Cómo
era él, Ángel? — esta vez su tono fue suave, persuasivo, intentando
tranquilizarme pero sin tratar de influir en mi estado anímico.
—No
lo sé —dije y sentí las lagrimas quemar así que cerré los ojos —no lo sé,
estaba oscuro y… y yo.
Kyle
me abrazó o más apropiadamente me envolvió con sus brazos, contra su pecho duro
como roca pero a la vez cálido y seguro con su corazón latiendo bajo mi
mejilla.
A
pesar de mis recelos, a pesar de saber que ocultaba algo y por muy extraño que
parezca, por primera vez en todo ese tiempo me sentí a salvo, incluso más que con
mamá en la habitación.
—¿Estás
manipulándome?
—¿Te
gustaría?
—No
—respondí al instante —las cosas hay que sentirlas.
Sentí
sus labios depositar un suave beso en mi coronilla y suspiré. No quería seguir
dándole vueltas al asunto pero a la vez me sentía renuente a dejar de lado la
comodidad de la que disfrutaba ahora.
—Algunas
cosas son mejor olvidarlas. —dijo repitiendo las palabras que había dicho en lo
que a mí me parecían una horas pero que bien podían tratarse de un par de días.
—Ésta
no.
—Lo
sé —colocó otro pequeño beso, ahora en mi sien derecha y me apretó contra él con
gentileza, —recuerdo la promesa que te hice.
Nos
quedamos un momento en calma, sumidos en nuestros pensamientos, sin desear
romper la precaria tregua pero sabiendo que no podía durar mucho más.
—¿Dime?
—comencé
—
¿Qué es lo que sé del tema? —terminó por mí.
Asentí
y aguardé.
Él
inhaló profundamente, sentí el movimiento de su pecho al expandirse en busca de
aire. —Nada realmente.
—Kyle…
—Es
decir, yo…
—¿Qué
puede ser tan malo?
Ésta
vez el silencio se extendió mucho más, tanto que pensé que no conseguiría sacar
nada, finalmente suspiró audiblemente —Es algo que escuché contar a la madre de
mi padre.
La
mención de su abuela causó un pequeño y confuso caos de sentimientos, por una
parte Kyle mencionaba, por primera vez, a de alguien de su familia. Al mismo
tiempo las circunstancias no eran nada halagüeñas. No era asunto de “Ángel quiero contarte de mi abuela”, de
hecho, hasta su forma de referirse a ella sonaba tan dura: La madre de mi
padre…
—¿Qué
fue? —el aire casual que imprimí a ni voz no engaño a nadie, ni siquiera a mí.
—Tonterías.
—No
tanto si te afectan —rebatí —como sea,
prefiero saberlo.
—No
estoy seguro si se trata de lo mismo.
—¿Tu
ab… — cambie la palabra al ver el gesto duro en su rostro —¿ la madre de tu
padre hablaba de un tatuaje o de un hombre de negro?
Dios,
me sentía tonta llamándolo de forma tan cursi pero ¿Qué otro nombre podía
darle?
—Ambos
—Kyle desvió la mirada.
Resoplo
frustrado así que insistí—¿Y?
—Tonterías
Ángel, —gruñó —Nina sólo dice tonterías.
—No
importa —seguí inflexible —tu forma de reaccionar y la expresión de tu rostro
no tienen nada de tonto.
—Déjalo
estar Ángel. —Kyle dejó caer los brazos y dio un paso atrás.
No
me gustó la sensación.
—No
—sacudí la cabeza —no puedo.
—¿Ni
aunque jurara que no vale la pena?
—Ni
aun así, ¿Cómo explicarte? — lo miré mientras las palabras surgían de mis
labios sin freno —además de ti nadie me creyó…mi…madre imaginó que hice alguna
locura de adolescente, me drogué o bebí y después me tatué. —sonreí sarcástica.
Su
agraciado rostro se endureció —Tú no eres así.
—No—corté
la distancia entre nosotros y rodé su cintura, necesitaba de su fuerza en ese
momento. —saber que me crees me hace sentir mejor a pesar de todo.
Kyle
permaneció en silencio y yo seguí —pero hay más, sabes algo, es decir, —
continué con mi alocado y ligeramente incoherente discurso —aunque lo niegues
ahora, sé que está locura tiene alguna clase de sentido para ti, por más
disparatado que pueda parecerme ¿No es así?
Tras
una pausa Kyle asintió —Quisiera que no lo tuviera. –musitó apesadumbrado.
—¿Por
qué?
Kyle
titubeo, pero finalmente dijo con voz ronca —Nina hablaba del ángel de la muerte y de la
marca que pone en sus elegidos .
No
supe que responder.
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