martes, 20 de septiembre de 2011

Fénix

Prologo


Siempre creí que había cosas que no se podían evitar: el paso del tiempo, el envejecimiento, la muerte y por supuesto la curiosidad humana. De las tres anteriores siempre fui consciente pero nunca de mi propia naturaleza fisgona.
No hasta que fue demasiado tarde y mi curiosidad me metió de cabeza en una de las situaciones más extrañas y desconcertantes de mi vida, una en la que nunca pensé verme envuelta.
Todo ocurrió en una tarde de verano en Schneider Park en la bella ciudad de Durango en Colorado, el lugar en donde había nacido y en donde vivía desde siempre, rodeada por imponentes montañas púrpura de cumbres eternamente nevadas.
Invariablemente como ocurre durante el corto y tórrido verano hacía calor y alta humedad, tanto que yo sudaba profusamente mientras corría intentando completar los cinco kilómetros diarios que me asegurarían que jamás y esa era la palabra correcta JAMÁS  volvería a pesar los setenta y cinco kilos que pesé al termino de mi matrimonio.
Tras haber abandonado mi ruta habitual  y adentrarme en una senda un tanto apartada del parque en el que corría, no recuerdo bien que fue lo que llamó mi atención: el gruñido satisfecho, el jadeó indiscreto o fue simple suerte lo que me llevó a mirar,. 
El motivo fue lo de menos el hecho es que nunca olvidaré lo que experimenté esa tarde por primera vez:
Manos grandes, fuertes, firmes, brazos musculosos envolviendo una cintura. Un par de labios devorándose con la pasión de quien ya se conoce bien.  Un par de cuerpos pegados, frotándose uno contra el otro, jadeos de deseo y placer.
Las bragas se inundaron con mi crema al tiempo que mis pezones se convertían en endurecidas cumbres que empujaban contra el corpiño deportivo que usaba, irguiéndose anhelantes de esas caricias.  Sin conciencia de mis movimientos una de mis manos fue directa a mi dolorido coño frotando por encima de mis pantaloncillos de deporte, me toqué levemente dejándome acalorada e infinitamente insatisfecha.
Nunca fue mi intención convertirme en Voyeur pero no pude evitarlo y ¿Quién hubiera podido?

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