Ella quería darme algo.
Si hubiera dicho amor, mi corazón se habría detenido pero de todos modos, no
podía creer mi suerte, sus palabras me dejaron aturdido, no podía respirar,
tenía que calmarme. Periferia morir que
hacerle daño. Buenas intenciones que desaparecieron en cuanto la besé.
Supe que no habría forma
de contenerme cuando su cuerpo flexible y esbelto se pegó al mío, acuné su
rostro en mis manos y puse en ese beso partes iguales deseo y desesperación.
Apelando a una fortaleza
que nunca tuve me separe de ella y la miré, un gran error, mi deseo creció al
ver sus ojos brillantes por la excitación y labios hinchados por mis besos. Cerré
los ojos para alejar esa imagen apoyando mi frente en la suya aun con mis manos
rodeando su cara.
—¿Quieres hablar primero?—
Dije forzándome a ir lentamente aunque realmente no se me ocurría de que hablar.
—No — ronroneó mi sirena —
no hablar, te quiero a ti.
Aileen es seductora, es
después de todo es una sirena aunque ella misma no lo sepa. Me sujetó por la
mandíbula de la misma forma en la que yo tocaba su rostro haciéndome inclinar
mi cara para ponernos al mismo nivel, impulsándose desde sus piernas que me
rodeaban se elevó frotando todo su cuerpo contra mí en un erótico mojado y
resbaloso rocé.
—Keli— murmuró bajito
antes de besarme.
En toda mi vida no conocí
deseo como el que ella me inspiraba, fue arrollador, tan intenso que no
entiendo por que el mar no hirvió con el calor que generamos.
En medio del beso bajé
los brazos para sujetarla por las caderas, separe nuestros labios y la elevé un
momento, nuestras caras quedaron frente a frente, deseaba mirarla, contemplar
sus ojos color oscuros queriendo retener esa imagen para siempre.
Estaba a punto de tenerla
por completo, de llenar su cuerpo con el
mío. Tuve un momento de duda, ella era pequeña, delicada, y yo era grande,
mucho más que Aileen, no sabía si mi erección entraría en ella. Alieen jadeó al sentirme, un sonido de éxtasis
y agonía, intenté penetrarla pero era tan increíblemente estrecha que a duras
penas logre hacerlo, un tanto asustado
la solté para sujetar sus caderas.
—Aun puedes arrepentirte—
le dije sabiendo que moriría si se hacía para atrás. Deseaba estar con ella, en
ella. Mis instintos me urgían a tomar de
ella aquello que me era ofrecido libremente.
Viendo mis dudas Aileen
hizo lo que yo, me soltó el rostro y bajo una mano para rodear mi erección jadeando
de asombro al no lograr abarcarla por completo, su delicada mano me acaricio de
arriba abajo logrando que casi estallara con su simple su toque.
—¿Quieres hacerlo?—
pregunté de nuevo con los dientes trabados.
—Más que nunca— dijo
moviendo la muñeca para colocar nuestros cuerpos y presionó contra mí, bajando
su cuerpo de golpe para que la penetrara.
Aun siendo ella era quien
me contenía fui yo quien grité al sentirla. Me di cuenta que era su primer
amante, su jadeó involuntario de dolor me paralizó un momento haciéndome
detenerme intentando que ella se acostumbrara a sentirme dentro.
Aileen se mordió el labio
en un gesto de inconciente sensualidad y me miró expectante, en aquel momento
sus caderas ondularon, su calor me rodeó envolviéndome, se sentía tan estrecha,
mojada y resbaladiza que tuve que concentrarme en no eyacular inmediatamente.
Mi sirena jadeó, nuestra
unión le dolía, podía verlo pero ya no había marcha atrás, ella era mía, lo
sentía en la forma en la que se entregaba a ese momento en que estábamos
unidos.
¡Como deseaba conservarla
para siempre!.
Nuestros labios se
unieron de nuevo y volvimos a sumergirnos, al llevarla en los brazos mientras
nos desplazábamos ella continúo frotándose contra mí, sus manos me sujetaron de
los hombros mientras levantaba el torso aplastando sus pechos, sus pezones
duros como guijarros se presionaron clavándose en mis pectorales.
En mi mente escuché esos
ruiditos que Alieen hizo cuando la besé por primera vez, unos pequeños gemidos
delicados y absolutamente femeninos que fueron aumentando volviéndose salvajes
y desinhibidos.
Nos acariciamos y tocamos
con fiereza, nadamos sin rumbo, simplemente dejando que la corriente nos
guiara, girando, haciendo rizos en el agua, hundiéndonos para en seguida
acender. Mis caderas empujaban y se retiraban al ritmo de los movimientos de
mis piernas, ella jadeaba apoyándose en mis hombros para aparejar sus
movimientos a los míos con sus maravillosas piernas rodeando mi cintura. Su cuerpo me aprisionaba, casi me hacía daño,
me envolvía reteniendo, rodeando, quemando mi erección en su ardiente y
pegajosa presión.
Mi velocidad aumentó, no
podía evitarlo, me dejé llevar, empujé poseído por la urgencia se dejar mi
semilla. No, no únicamente mi semilla sino mi marca en su cuerpo, queriendo
hacerle saber al mundo que ella era mía.
Ella enterró las uñas en
mis hombros y arqueó la espalda. Sus
gritos de placer resonaron profundamente en mí, era la señal que necesitaba,
ascendí buscando el cielo, llevando mi felicidad en los brazos y enterrado en
su cuerpo.
Estallé un instante antes de emerger,
mi semen se vertió en su envolvente calor y grité igual que ella. La fuerza de mi empuje nos hizo saltar del
agua, rompimos la superficie y nos elevamos mientras mi orgasmo seguía y seguía
durante el interminable momento en que nos elevamos suspendidos entre el cielo
y el mar.
Por Dios... hace mucho calor! jajajá. Yo que no quería salir, voy a tener que hacerlo hoy... precioso, excitante y específico, lo adoré! Haces que viva cada detalle y uff, es ma-ra-vi-llo-so
ResponderEliminarGracias Marielah, me alegra que te guste, es una historia hot pero tierna a la vez
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