lunes, 22 de agosto de 2011

Ángel Capitulo 14


Creo que si no me dio un ataque cardiaco al ver aquel tatuaje, ya no me dará nunca.

Por un instante pensé que alucinaba. Eso no podía estar pasando, no era posible que alguien hubiera puesto esa…cosa en mí, peor aún ¿Cómo podía pensar Mamá que yo…? es decir, ella debía saber que jamás grabaría algo como eso sobre la piel.

No niego que algunas veces fantaseé con hacerme un tatuaje, incluso lo Liza y yo hablamos de ponernos unas mariposas en la cadera o flores en los tobillos, pero nunca… nunca… nunca… me pondría algo que tuviera alas negras y una larga cola que se enredaba a mi bíceps como si se tratara de alguna clase de adorno étnico.

La sorpresa me hizo jadear.

—¿Qué diablos me hizo? —conseguí decir mientras el sabor amargo de la bilis subía a zarpazos por la mi tráquea.

Mamá debió haber visto algo en mi expresión porque antes de que yo pudiera decir “vomito” ella ya sostenía un balde metálico frente a mi rostro.

No recordaba haber comido nada pero de todos modos mi estomago expulso su exiguo contenido en lo que me parecieron interminables oleadas.

—Oh Ángel — murmuró una vez más mamá cuando me desplomé sin fuerza sobre la cama. Me sentía fatal, sudorosa y fría como un pez.

—Yo no me hice eso Mamá — le dije con la voz enronquecida por el esfuerzo y la impresión.

—Shhh — mamá me acaricio el cabello — todo estará bien Ángel, nos haremos cargo de esa cosa y todo estará bien de nuevo.

No, nada estaría bien hasta que no le dijera lo del hombre en la casa.

—No má — le aparté la mano de mis cabellos — no entiendes.

Ella cabeceo —Claro que si — dijo y consiguió sonreír —todos hemos hecho alguna tontería Ángel, lo sé bien porque una vez tuve tu edad.

Sentí las lagrimas deslizarse por mis mejillas —No Ma — repetí —no lo cometí.

Mi madre negó con la cabeza —Ya basta con eso Ángel, debes aprender a aceptar tus errores.

Si claro los aceptaba, no tenía ningún problema en reconocer cuando metía la pata, pero desde luego que no había cometido ese error.

—Ma — su incredulidad me hizo reaccionar —¿Quieres escucharme?

Ella me miró como si tuviera otra vez tres años y estuviera a punto de hacer una rabieta. A pesar de sentirme fatal decidí que debía aclarar las cosas.

—¿Por favor? …¿por esta vez?.

—Está bien. — dijo dándose por vencida.

—Yo no me puse ese tatuaje — dije lentamente, enseguida ella se envaró pero levanté la mano pidiéndole tiempo para explicarme. — Ma, me conoces.

—Ángel…— su voz estaba cargada de impaciencia.

—No mamá — la interrumpí sosteniéndole la mirada. — tú me criaste, sabes que nunca haría eso.

Mamá abrió la boca y aparentemente no encontró nada que decir porque volvió a cerrarla.

—Te juró que no sé cómo llegó ahí. — miré mi hombro ya cubierto por el camisón hospitalario y percibí la opaca marca de las alas.

Ma siguió la dirección de mis ojos y se estremeció.

—Es tan feo — dijo

Una risa histérica broto de mis labios sin que pudiera evitarlo — Sí que lo es.— dije y sentí como los ojos se me llenaban de lágrimas una vez más.

—¿Qué fue lo que pasó Ángel?

—El hombre en la casa, él debe haberlo hecho — dije y al instante su rostro volvió a esa expresión pétrea, la misma que ponía cada vez que me atrapaba mintiendo.

—¡Ángel! — levantó la voz pero enseguida volvió a bajarla.

— Lo juró Ma.

— Ya basta con eso, — me reprendió —entiende de una vez, nadie entró a la casa, nadie te puso esa…esa cosa, te la has hecho tu misma.

—¡No! — la increpé Si había un tipo extraño en casa, fue él quien me puso y no…— tomé aire — yo no me hice nada.

—Mira Ángel — se cubrió los ojos con las manos como si estuviera mortalmente cansada — estoy dispuesta a perdonarte, pero tienes que decirme la verdad.

—Te estoy diciendo la verdad — chillé.

— Si — mamá sonó exasperada — y supongo que el hombre de la casa también te obligó a drogarte.

¿Qué? ok eso ya era demasiado.

—No me drogué. —murmuré agotada —nunca lo haría.

Otra vez esa mirada incrédula.

—Hazme las pruebas que quieras, — la reté — estoy limpia.

Mamá cruzó los brazos sobre el pecho. —¿Segura?

Asentí

Tras una larga pausa en la su expresión se debatía entre la esperanza y la incredulidad dijo —Eso espero.

Yo cerré los ojos demasiado agotada para seguir discutiendo mientras en mi hombro el extraño tatuaje se estremecía como si riera.


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