Aileen el tritón repitió mi nombre como si lo saboreara. Es hermoso, como tú.
Oh vamos lo reprendí, Nunca te enseñaron a no decir mentiras, ya soy demasiado mayor para creérmelas.
El impresionante rostro del tritón cambio de expresión, perdiendo parte de su jovialidad, me miró solemne intentando convencerme de su honestidad, sus largas pestañas resplandecían con diminutas gotas de agua y en el azul de sus ojos había sinceridad.
No miento sirena.
Sí, claro, los tritones no mienten…
¿Puedo? sin esperar respuesta él levantó hacia mí un brazo fuerte y fibroso para acariciar con las yemas el contorno de mi cara Eres realmente hermosa, tanto que duele mirarte.
Él me hizo reír… de verdad.
Mi cara se agitó, estirándose, moviéndose formando una sonrisa real.
No podía creerlo. El calor del sol, el frescor de agua, incluso el viento sobre mi piel, …todo era simplemente maravilloso.
¾¿Cómo hiciste eso?¾ Pregunté usando por primera vez en doscientos años mi propia voz.
¾¿Eso que?¾me dijo mientras sus dedos continuaban su recorrido tocando mi piel, vivificándola al igual que mi cuerpo de afuera hacia adentro hasta que el latido de mi corazón comenzó de nuevo, fuerte, sonoro y mis pulmones se llenaron respirando el aire salado, al llegar a mis brazos, noté sorprendida como mis manos se soltaban de la madera, moviéndose libremente.
El agua estaba fría, maravillosamente fría, mis dedos entraron en ella moviéndose formando círculos, agitando la superficie.
¡Dios! Se sentía increíble.
Nunca antes sentí esa maravillosa libertad o si lo hice no le presté la atención que merecía. Asombrada levanté una mano para mirarla, agitando los dedos, fijándome en las pequeñas gotas que brillaban sobre mi piel. Comencé a reír, sólo para detenerme abruptamente al escuchar el sonido de mi propia voz.
No pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas. Sentir por primera vez en tanto tiempo me ha hecho comprender que el verdadero infierno se encuentra en la falta de sensaciones.
Seguramente moriría al abandonar la madera pero no importaba, valía la pena si me permitía un momento de descanso.
Lo que el tritón había hecho era un gran regalo y yo no tenía la menor idea de cómo reaccionar. Al final logré murmurar un —¡Gracias!— con voz entrecortada y lagrimas asomándose a mis ojos— no sé cómo lo has hecho, pero gracias.
Él me miró sin sonreír, sus grandes ojos azules estaban llenos de secretos y misterios
—Si en verdad quieres darme las gracias, ven conmigo— me dijo señalando el horizonte.—¿Te gustaría?— dijo.
Sus dedos se movían aun por el contorno de mi torso, acariciando mi talle, mis pechos, cintura bajando por mis caderas, mis piernas, en una caricia suave y delicada que convertía la madera en carne.
No pude responder, las palabras simplemente no salían de mi boca.
Me despegué por completo de la madera y caí con un sonoro chapoteó. Por un segundo sentí que me disolvía como espuma en el agua. Desorientada me habría ahogado si no fuera por que él me sujetó, mi cuerpo se pegó la suyo instintivamente y emergimos abrazados.
¾¿Quieres venir? ¾ Preguntó de nuevo.
¾¿Por qué haces esto?
¾Porque quiero ¾él respondió sin sentirse incomodo con la dureza de mi voz. ¾No es difícil de entender.
Su boca tocó la mía ligeramente y sentí como el mundo daba vueltas alrededor, quería dejarme llevar pero me contuve.
¾Lo es para mí¾ dije intentando ser prudente, mi única experiencia con un tritón no había terminado muy bien que digamos.
¾ No me conoces, no sabes nada de mí ¾ le dije empujando ligeramente su pecho.
¾No¾ el tritón tiró nuevamente de mí para volver a pegar mi cuerpo desnudo, envolviéndome con los brazos sin un asomo de pudor ¾ el pasado no me interesa, lo que fuera… terminó
¾No para mi¾ dije levantan do la mano sobre el agua para verla, asombrada aun por poder realizar ese gesto tan simple¾¿tienes idea de lo que puede caerte encima por liberarme?
El tritón no respondió, sus grandes y ásperas manos sujetaron mi cintura y me elevaron fuera del agua hacia el sol que nacía.
¾ Deja que sea yo quien se preocupe.
La luz bañó mis pechos llenándolos de calor. Era delicioso, tanto que olvidé incluso de mis argumentos y deje que la tibieza acariciara mi piel.
Él rió con ese retumbar cadencioso, parecido al rumor de las olas cuando rompen contra los acantilados, un sonido que mi pesar estaba comenzando a amar.
¾ Dices que has pasado mucho tiempo inmóvil¾los pulgares que rodeaban mi cintura trazaron círculos perezosos sobre mi piel y mi corazón se agitó¾ te creo¾ dijo mientras con lentitud me bajaba nuevamente al agua, hasta que nuestros rostros quedaron a la misma altura. ¾ Así que… ¿Por qué quiere perder el tiempo hablando cuando podríamos estar en otra parte?
Esa es una buena pregunta, pensé, más tarde me preocuparía, más tarde quizás incluso me arrepentiría, pero por ahora deseaba lo que ese tritón me ofrecía: un día lejos de todo, para olvidar el mañana que se acercaba velozmente.
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