—Si
buscas compasión escogiste un mal lugar, — las puntas afiladas de sus colmillos
destellaron brevemente en un amago de sonrisa.— como podrás notar, no soy un
alma pura.
No encontré
argumento para rebatir su declaración.
—¿No
dices nada? — Nicolae acortó de un paso la distancia entre los dos. Era tal
alto que me obligó a echar el cuello atrás para no apartar mis ojos de los
suyos.
Fui
testigo de mi muerte y algo más, innombrable e inmoral, en el espejo impío de
sus ojos plateados. El miedo
se asentó en mi vientre junto con otro sentimiento que ni siquiera me atrevía a
nombrar. Tuve el impulso se cubrirme el cuello pero permanecí inmovilizada como
un canario hipnotizado por una víbora.
—¿Te
comieron la lengua los ratones princesa? — murmuró, con la boca a un suspiro de
distancia. Un estremecimiento— no debido únicamente al miedo— se extendió por
mi piel erizándola y convirtiendo mis pezones duros y doloridos picos que
empujaban contra el blanco algodón de la camisola.
A él
pareció divertirle la situación. Ladeo la cabeza en un gesto irónico y preguntó
— ¿La princesa tiene frio?
—Un
poco — mentí profundamente turbada por la reacción de mi cuerpo, crucé los
brazos sobre el pecho.
—No…—,
sus grandes manos se situaron sobre mis antebrazos inmovilizándolos sin
esfuerzo.
Sentí
su toqué como una vibración salvaje sobre mi piel, la necesidad de ocultar lo
que me ocurría venció el temor que me inspiraba tenerlo tan cerca y me rebelé
contra su orden, aun así fue imposible vencer la fuerza de Nicolae.
Forcejeamos
brevemente, o más bien yo lo
hice. El espacio entre los dos se
llenó con los desiguales jadeos a los que se había reducido mi respiración. Mi
corazón latía desbocado, la sangre rugía en mis oídos. Debía estar paralizada
de miedo pero no lo estaba, estaba loca, pérdida.
—Por
favor — rogué desesperada.
Aquella
inhumana sonrisa se llenó de oscuro regocijo. —¿Por favor que? — preguntó
con suavidad, sus dedos se enlazaron en los míos atrapándome lenta pero
inexorablemente, —¿Por favor déjame ir?
Traté
de decir algo pero mi lengua fue lenta de formar las palabras, todo cuanto fui
capaz de hacer era observar como aquel seductor y amenazante rostro se
inclinaba lentamente hacia mí.
—O
¿por favor esto? —musitó con los labios sobre los míos.
Fue
apenas nada, un roce tan sólo, el delicado, gentil e inexplicable toqué de una
boca hecha para herir sobre mi boca sedienta de caricias y lo que di por
sentado de mi misma fue consumido por el fuego que ardió en mi sangre.
Mi
mente se llenó de imágenes que no tenían nada que ver con la libertad, la
muerte o la noche y antes de darme cuenta de lo que hacía, rodeé su cuello con
los brazos y me apreté contra su boca buscando el beso prometido.
Nicolae
se paralizó un segundo, sorprendido sin duda por mi respuesta antes de
reaccionar devorándome la boca como el depredador que era.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, deja algun mensaje,